El Análisis de Ciclo de Vida, o ACV, es una técnica que nos permite medir los impactos ambientales, o Huella Ambiental, de productos, procesos o actividades de una organización, a lo largo de, como indica su nombre, todo el ciclo de vida, es decir: desde que se extraen las materias primas y se genera la energía necesaria para llevarlo a cabo, pasando por el proceso productivo propiamente dicho, y llegando a analizar el uso que se da al producto y la gestión que se hace de este al final de su vida (por ejemplo su reutilización o su reciclaje).
Todo esto se lleva a cabo siguiendo una metodología objetiva, sistemática y científica que es, por lo tanto, reproducible y, como resultado de lo anterior y más importante, comparable.
Estamos bastante acostumbrados a escuchar hablar de la Huella de Carbono, muchos incluso a medirla y comunicarla, y todo tanto para productos, como para eventos u organizaciones en su conjunto. Esto nos lleva a hablar de productos, eventos y organizaciones “más sostenibles”, o directamente, “sostenibles”.
Estas afirmaciones, no obstante, pueden llevar al siguiente tipo de malinterpretación: el cálculo de la Huella de Carbono de Producto nos da un análisis fiable del impacto de nuestros productos o servicios, pero sólo en relación a una categoría de impacto, dentro de la variedad de categorías existentes en la Huella Ambiental, la cual es la de calentamiento global.
La Huella de Carbono de Producto es por lo tanto sólo una de las partes que configuran la Huella Ambiental, y el cálculo de la misma se basa en la metodología de ACV, simplificando este último a una sola categoría de impacto. Así, por ejemplo, la norma ISO 14067 sobre el cálculo de la Huella de Carbono de Producto se basa en la serie de normas ISO 14040 sobre el Análisis de Ciclo de Vida.
Esta es la relación entre Huella de Carbono, Huella Ambiental y ACV.
Otras categorías de impacto que podríamos considerar son por ejemplo:
Desde este punto de vista, se puede dar el caso de que un proceso sea más sostenible que otro en cuanto a su potencial de calentamiento global, pero en cambio sea mucho más tóxico o genere muchos más residuos. Un ejemplo de esto es la producción de energía nuclear, muy baja en emisiones de gases de efecto invernadero pero generadora de residuos de altísima toxicidad.
Entre las ventajas que nos puede reportar el análisis mediante ACV de productos y servicios podemos destacar las siguientes:
Joaquín Ortega, consultor de Sostenibilidad y Cambio Climático