Este fin de semana se ha consumado la muerte del segundo touroperador más importante. Estaba anunciado hacía tiempo, desde que su auditor puso en alerta la continuidad del grupo que cotiza en la bolsa de Londres. Su fallida ha contagiado al resto de empresas del grupo: Neckerman, Oger tours y Bucher Reisen.
El efecto inmediato ha sido el dejar una deuda de 1.700 millones de libras, la pérdida de 22.000 empleos, que 100 aviones queden ahorcados en los aeropuertos de medio mundo y cientos de miles de turistas bloqueados. Las pérdidas estimadas en el sector son de 200 millones de euros con un efecto del 60% para el hotelero y del 40% para el resto, transporte y otros. Las pérdidas que han podido con el grupo son varias, si bien la más significativa ha sido la caída de la demanda y de márgenes a causa de la entrada de las OTA (Online Travel Agency) en el negocio.
Hay que agradecer ahora su colaboración en décadas al desarrollo del turismo en España. En los años sesenta los touroperadores fueron los impulsores del turismo, creando un nuevo concepto de hotel más avión y, además, financiando a los incipientes hoteleros en la construcción de hoteles. Solo en Mallorca, en una década, se construyeron 1.000 hoteles. El turismo asequible a todos se lo debemos a ellos y en buena parte a Thomas Cook.
Siempre se habla de los inconvenientes del turismo masivo, pero es de bien nacidos ser agradecidos. Sin los viajes organizados por los touroperadores no hubiese existido el turismo para todas las capas sociales y, sin sus aviones, no tendríamos la conectividad aérea que ha permitido que los vuelos sean baratos y que venga otro turismo de más calidad e incluso haya extranjeros viviendo en España. Hoy, desde Canarias y Baleares, es más fácil y barato viajar a Berlín que a Madrid. Hay que decirlo claro, sin turismo popular no habría turismo caro, sencillamente faltarían aviones e instalaciones.
¿Qué viene ahora? La quiebra de Thomas Cook y las anteriores de Germania Airline y las dificultades financieras de Norweigan y Ryanair, generan una gran incertidumbre en las reservas de temporada y en la conectividad aérea. Es cierto que el cliente final en turismo siempre es el viajero y si no viene con un touroperador vendrá directamente, pero con quién y a qué precio. Aquí reside mayormente la inquietud en todo el sector y sobre todo en las grandes cadenas hoteleras. Baste recordar que Thomas Cook transporta 7 millones de turistas que representan el 10% de los 80 millones de extranjeros que nos visitaron la temporada pasada.
El cambio que se está produciendo con la entrada de otros intermediarios operadores no ha hecho más que empezar, y lo ocurrido este fin de semana pone en alerta de lo que puede ocurrir con otros. Tui, el más beneficiado de la caída de Thomas Cook esta en pérdidas y aunque pueda ahora arañar cuota de mercado necesita reconvertirse rápidamente. Para aun trasatlántico es más difícil cambiar de rumbo que para un lancha rápida. Veremos lo que nos deparan los próximos días. De momento los vuelos ya se han encarecido y no han pasado más de 48 horas del deceso de Thomas Cook.
El modelo low cost ha entrado en otra fase hacia un modelo híbrido, en el que los touroperadores no son los únicos agentes. La conectividad aérea es el quid de la cuestión.
Ignacio Esteban, Socio coordinador Auren Turismo