El nuevo informe de auditoría, vigente para aquellos trabajos de auditoría de cuentas anuales o de estados financieros de ejercicios que se iniciaron a partir del 17 de junio de 2016, es decir, aplicable en general para aquellas auditorías de cuentas anuales de los ejercicios 2017 y 2018, ya transcurridos, ha supuesto novedades importantes en cuanto a su forma y contenido. El nuevo informe de auditoría es mucho más amplio y exigente, tratando de mejorar el valor de comunicación y la relevancia del mismo.
Desde el punto de vista del auditor ha tenido diversas connotaciones, entre las que destacan las siguientes.
En general, el informe de auditoría ahora es mucho más largo, los apartados que se venían utilizando han ampliado su contenido, por ejemplo en cuanto a la información sobre cuáles son las responsabilidades de la entidad auditada en relación con el control interno, así como respecto de la preparación y contenido de las propias cuentas anuales, algo desconocido por parte de algunos usuarios del informe; al igual que la información relativa a las responsabilidades del auditor, quedando mucho más precisa. El tipo de opinión, favorable, con salvedades, desfavorable, o denegada, así como los fundamentos sobre la que se sustenta, ahora se presenta directamente nada más comenzar la lectura del informe, algo muy importante para tener una visión global sobre la adecuación de las cuentas anuales desde un primer vistazo. Adicionalmente, como gran novedad, el auditor ha de plasmar en su informe las cuestiones clave de la auditoría, o los aspectos más relevantes de la misma, o sea, los principales riesgos detectados de incorrecciones materiales en su trabajo de verificación de las cuentas anuales, así como los procedimientos principales utilizados para abordar los mismos y poder concluir una vez resueltos favorablemente, presentar entre uno y tres de éstos ha constituido la práctica generalizada.
Aspectos tales como la incertidumbre material sobre la empresa en funcionamiento, es decir, dudas sobre la continuidad normal de las actividades de la entidad, ahora se destacan especialmente en un apartado principal, no quedando desapercibidos. Párrafos de énfasis y párrafos sobre otras cuestiones también contribuyen a destacar aspectos sobre la auditoría y otros complementarios que el auditor puede considerar necesarios para un mayor entendimiento de la situación de la entidad auditada, si bien se observa que ha disminuido su uso, algo desfavorable, pues ayudan a resaltar determinada información que podría ser muy valiosa para el lector. Por último, el párrafo sobre la constatación efectuada del contenido y presentación del informe de gestión, ahora mucho más exigente y que debe contemplar las interrelaciones necesarias con las posibles salvedades presentadas en el informe de auditoría y que pueden estar afectando a la interpretación del propio informe de gestión.
Todo ello, ha supuesto una mayor concatenación de la planificación del trabajo del auditor, basado en la identificación de riesgos de incorrecciones materiales en las cuentas anuales, con el abordaje adecuado de los mismos, empleando los procedimientos necesarios para lograr conclusiones claras y, plasmar los resultados principales en el informe de auditoría, debiendo mantener una comunicación regular con los responsables del gobierno de la entidad auditada. En definitiva, una mayor dedicación de horas de trabajo y el tener que hilar mucho más fino.
Desde el punto de vista de los usuarios del informe, éstos se han encontrado con un documento más largo, pero más informativo y aclaratorio, lo que sin duda alguna ha tenido dos aspectos contrapuestos, por una parte, la del lector riguroso, que ha quedado mejor informado en relación con la adecuación de las cuentas anuales de la entidad auditada e igualmente sobre la situación económica y financiera de la misma, apreciando las bondades del nuevo informe de auditoría; y por el contrario, la del lector informal y con prisas, que prácticamente se ha limitado a leer el tipo de opinión emitida al inicio del documento y poco más, pues considera que con ello es suficiente y que ha de emplear su tiempo en otros asuntos de mayor interés al margen de todo esto.
En general, no se han observado comentarios ni favorables ni desfavorables por parte de los usuarios del informe de auditoría, por lo cual se deduce que, hasta el momento, el valor añadido que ha podido aportar el nuevo informe de auditoría ha sido apreciado exclusivamente por una minoría de lectores con cierta formación y cultura empresarial, capaces de efectuar una lectura responsable del mismo, dado el interés directo o indirecto que en forma alguna mantienen en la entidad auditada.
Juan José Cabrera, Socio de Auditoría de Auren