El modelo de negocio de una empresa es la historia de cómo una compañía hace para ganar dinero, es la historia de cómo la empresa obtiene sus beneficios y hablar de beneficios es hablar de ingresos y de gastos.
El modelo nos dice por un lado como se consiguen los ingresos a través de la propuesta que plantea para estimular la demanda al satisfacer las necesidades de un nicho determinado del mercado. Por otro lado, para que existan los ingresos debemos incurrir en gastos y estos están lógicamente vinculados a la forma en que se organiza la actividad y de las inversiones (vía amortizaciones) necesarias para soportar las operaciones. También muchos de estos elementos son consecuencia del modelo de negocio adoptado.
En la medida de que la empresa disponga de modelos de negocio generadores de valor, los beneficios serán mayores y más sostenibles en el tiempo. Así es como esas empresas que atesoran palancas de valor importantes son capaces de generar riqueza global a diferencia de otras cuyas palancas de valor son débiles o inexistentes.
Estas últimas son en si mismo un “commodity”, es decir su capacidad de competir en el mercado se sustenta en elementos de baja diferenciación y por tanto su acción de mercado se centra casi exclusivamente en la competencia vía precio.
Siempre he estado convencido que los empresarios basan sus decisiones en el comportamiento racional y por tanto no me parece lógico que un emprendedor determine reducir sus niveles de mano de obra o de inversiones en equipos sin un motivo coherente.
Cuando lo hacen suele ser por que la empresa no dispone de las palancas de valor necesarias y por tanto debe competir vía costes, circunstancia que transmite una importante inseguridad en el futuro. En consecuencia, se retrae la creación de empleo y la inversión.
Todo lo contrario, sucede en aquellas de empresas donde modelos de negocio de éxito y generadores de valor propician el crecimiento tanto de inversión como del empleo. Si el entorno económico a su vez transmite la estabilidad y confianza mínima necesaria, tenemos los condimentos esenciales para el crecimiento y la mejora de las condiciones de la población.
Una sociedad, una nación, debe orientar sus esfuerzos en dotar de las “materias primas” necesarias para posibilitar abandonar los modelos “comodity” a favor de los modelos generadores de valor. Ello sin duda se traducirá en estabilidad y bienestar para la mayoría y estoy convencido que no hay cosa más ilusionante para los líderes de un país que conseguir bienestar para sus ciudadanos.
Hablar de este tipo de negocios en nuestro país no es ciencia – ficción, disponemos de varios ejemplos de empresas cuyos modelos se estudian en escuelas de negocios por disruptivos, exitosos y generadores de riqueza. El problema es que son los menos y que por desgracia y en especial dentro del tejido PYME (por otro lado, el más relevante de nuestra economía) el modelo del commnodity ha venido siendo el más habitual.
Aunque en los últimos años de profunda crisis, las empresas han tenido que reinventarse, mejorando su posicionamiento e incrementando su internacionalización. Muy posiblemente, aunque los inferiores niveles de riqueza media, las tasas de paro estructural tengan numerosas explicaciones, creo que a nadie se le escapa que tener un tejido empresarial con reducida capacidad competitiva en términos estratégicos por baja diferenciación no ayuda a solucionar la cuestión, sino que es en si mismo es una parte importante del problema.
El que los modelos de negocio más generadores de valor se encuentren mayoritariamente en los países avanzados no es una casualidad, es una realidad que se retroalimenta: Negocios más generadores de valor fomenta sociedades cuyas empresas pueden soportar mejores condiciones laborales, donde la renta media crece, que a su se convierte en un estímulo del consumo y en general la actividad económica que devuelve renta a las empresas, capaces de generar más y mejor empleo.
Pero no solo los modelos de negocio deben ser generadores de valor, lo deben hacer de forma sostenible con nuestro medioambiente y respetuosos con la sociedad.
Esto en la actualidad no es solo una declaración de intenciones, es ya una exigencia del consumidor final, muy preocupado y cada vez más concienciado con todos los aspectos de su entorno, convirtiéndose esta cuestión ambiental/social en un elemento más de la satisfacción que el cliente quiere obtener de su compra.
Todo esto lo sabemos bien en el mundo del Corporate y en concreto de las valoraciones de empresas. Por encima de cualquier otra consideración financiera la capacidad de una empresa de mostrar palancas de valor sostenibles en el tiempo propulsa su valoración y la hace crecer con el paso del tiempo.
Por ello que cuando tengo la oportunidad de reflexionar con ciertos responsables empresariales en mi actividad del día a día, orientamos esa reflexión a las cuestiones más estratégicas de su negocio, buscando esas palancas que apuntalan el modelo que ha de generar valor económico para los accionistas y retorno para la sociedad en su conjunto.
Creo que ahí es de donde todos deberíamos estar colaborando desde nuestras distintas responsabilidades….
Fernando Álvarez Blanco, Socio Auren Corporate