La formulación de cuentas anuales por las empresas y la emisión de informes de auditoría por los auditores presentan una situación mejorable en cuanto a los plazos y fechas en que se vienen emitiendo. En ocasiones, las cuentas anuales han sido formuladas tras haber transcurrido entre tres y seis meses desde la fecha de cierre del ejercicio. Esto lastra, consecuentemente, el trabajo de finalización de la auditoría y la emisión del correspondiente informe por el auditor, que se ve irremisiblemente desplazado -otro tanto- en el tiempo. Inclusive, en determinadas situaciones, algunas empresas no disponen de cuentas anuales formuladas por el órgano de administración hasta que se acercan las fechas finales de plazos legales para la aprobación de las mismas, en el mes de junio del año siguiente al que van referidas, o hasta que se acerca el plazo final para la presentación de la declaración del correspondiente impuesto sobre sociedades, así como la necesidad de cumplir con el depósito de dichas cuentas en el Registro Mercantil, todo ello a finales del mes de julio.
Esta práctica no es óptima, dado que los stakeholders, es decir, los diferentes grupos de interés, o, lo que es lo mismo, las personas y entidades interesados en la marcha y situación de la empresa, no dispondrán de información puntual y cercana a la fecha actual para poder tomas decisiones. Simplemente, la información disponible que se desprende de dichas cuentas anuales es histórica, puede servir como orientación, pero el panorama actual en la empresa puede haber variado significativamente. El ejemplo más claro, aunque se trata de una situación extrema y excepcional, lo tenemos con la aparición de la pandemia del coronavirus. Esta crisis está impactando muy significativamente en la marcha de las compañías, provocando la parálisis de la actividad; una disminución drástica de las ventas; entrada en pérdidas, dificultades para continuar nuevamente con las actividades y volver a lograr el equilibrio económico financiero.
Dejando a un lado este acontecimiento excepcional, lo que sí es habitual es la rapidez con que se suceden los hechos económicos en la sociedad actual, con un importante impacto en la marcha y en la situación de las empresas. Por lo tanto, las cuentas anuales formuladas realmente con más de tres meses tras el cierre del ejercicio, e informes de auditoría emitidos a partir de esas fechas, solo pueden ser considerados información del pasado, no del todo óptimos para la toma de decisiones en una sociedad y mercado actuales, donde la velocidad y puntualidad de la información es una prioridad.
Para las empresas, efectuar un cierre contable inmediato, formular cuentas anuales en un breve plazo de tiempo y contribuir a la finalización inmediata del trabajo de los auditores, facilitando una rápida emisión del correspondiente informe de auditoría, supone valor añadido y tiene numerosas ventajas, entre las que merecen destacarse las siguientes:
Para los auditores, igualmente supondría importantes ventajas, entre las que merece destacar las siguientes:
Todo esto contribuiría a un trabajo más eficiente del auditor, distribuido a lo largo del ejercicio, y a un mejor conocimiento de la empresa auditada y de su problemática puntual, desterrando, en buena parte, la sobrecarga de trabajo del equipo de auditores en los meses de febrero a junio posteriores al ejercicio a auditar. Un periodo temido e indeseado por los aspirantes a la profesión, en una sociedad avanzada donde la conciliación entre actividad profesional y vida privada, como no puede ser de otra forma, cobra mayor importancia. En definitiva, aumentaría la calidad, la eficiencia y el valor añadido de la información de las empresas y de sus cuentas anuales, el trabajo de los auditores y el de los informes de auditoría.
Juan José Cabrera, socio de Auren Auditores